Mi padre fue de aquellos que no nacieron amando la fotografía, o tal vez sí...
Yo creo que fue en Quito donde descubrió la belleza de la imagen plasmada en el tiempo, aprendió que con solo un flash podía recuperar lo perdido y conservar lo amado, podía justificar acciones y dar a conocer injusticias.
Gustaba de conocer lugares y personas, amaba las culturas y gozaba de lo casual, era capaz de viajar y perderse por la vida con tal de entender el por qué de su paso por este mundo "de locos cuerdos" como le decían.
Hoy, por gracia o por desgracia, según como se quiera ver, podemos disfrutar de su arte, de lo que apasionaba su vida y apreciar por el ojo del aquel lente que tanto amó, sus ideales.
Nosotras, como hijas, entendíamos o tratábamos de entender su manera tan particular de existir. Aunque pretendiéramos imitar su esencia, solo miraríamos la cuarta parte de lo que él veía.
Esperamos disfruten de su visión y que su mirada tan singular se refleje en su propio lente, ese que todos poseemos.
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Por Paola García Torres.
Escrito en Arica (Chile) en junio de 2011 y leído en el estreno en Santiago del video "El ojo de Julio García".