domingo, 20 de abril de 2008

Julio murió en Abril

Por Edmundo Castañeda Vera (amigo de Julio)


Julio García, el pumamaqui al que se le había
injertado una araucaria, murió anoche en Quito.

Como suele decirse de los forajidos en los medios
amarillistas, y como debía ser si le hubiesen
permitido decidir, Julio murió en su ley. Armado de
su cámara, registrando el minuto a minuto de la
decencia, peleándole metro a metro las calles a la
desvergüenza.

Dicen que murió asfixiado por los gases con los que
la dictadura se defiende de los puños desnudos, de
las banderas levantadas, de los gritos de cólera, de
las madres con niños, de los ancianos indignados, de
los jóvenes con ganas de vivir.

Dicen que su corazón le traicionó.
Que fue casualidad.
Que a cualquiera le puede pasar.
¡No es verdad! ¡Como de costumbre mienten!
¡No le pasó a cualquiera!
Le pasó al hermano, al padre, al abuelo, al amigo,
al ecuatoriano que era más ecuatoriano que los
traidores, que los ladrones, que los asesinos, que
los falsos.
¡No fue casualidad!
Porque los asesinos salieron a matar, a herir, a
provocar.

¡Su corazón no le traicionó!
Porque su corazón era sano, era honesto, era cálido;
estaba lleno de amor a esta tierra, a su gente, a su Quito.
Porque corazones como el de Julio jamás traicionan,
jamás se alquilan o se venden.

Más de treinta años junto a nosotros mirándonos con
sus ojos limpios a través de las lentes de sus
cámaras y registrándonos en cientos de miles de
imágenes no permitirán que su vida quede asfixiada.

Cientos de amigos indios, montubios, mestizos,
serranos y costeños no permitirán que su recuerdo se
asfixie o muera.
Porque siempre estuvo en este lado, en nuestro lado.
Y nunca nos miró desde fuera, desde la falsa
neutralidad del cronista, del periodista filisteo,
del comunicador de alquiler.

¡Qué mejor símbolo para estas jornadas de paz que un
hombre constructor de la paz!
¡Que mejor símbolo para estas jornadas de dignidad
que la vida de un hombre digno!

¡y Julio renació en Abril!

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